Precisamente la Nicaragua que Gaspar García Laviana conoció a finales de la década de los
60 y comienzos de los 70 era un país social y económicamente atrasadísimo y la formación
era nula para la gran masa campesina explotada por los latifundistas del país. Una de sus
principales preocupaciones, además de fomentar los servicios sanitarios para esa población y
la protección de las muchachas que eran obligadas a prostituirse, era ocuparse de la formación
cultural, la enseñanza de los campesinos de la zona, sobre todos de los niños. Por eso tiene
mucho sentido darle su nombre a una biblioteca, como hacemos hoy aquí, como lo tendría
también dárselo a una escuela o a un hospital.
Pero volviendo a lo de la finalidad de este tipo de homenajes, y sabiendo que el motivo del
homenaje suele olvidarse, bien podríamos suponer que dentro de un siglo esta biblioteca se
siga lla
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GASPAR GARCÍA LAVIANA
pero la gente de entonces no sepa quién fue esa
persona y qué hizo para merecer esta distinción. Sobre la relativamente corta vida de Gaspar
se podrían decir muchas cosas. De hecho el Foro que lleva su nombre, y al que yo represento
en este momento, editó este año un libro donde se da cuenta de lo que fue su dedicación plena
a los sectores más castigados de la zona en la que él ejercía como misionero. Lo que destaca
de su actividad es que él se ocupaba de los intereses y las necesidades de los demás.
Abandonó su país, donde podría haber llevado una vida más confortable y menos peligrosa,
para ir a una de las zonas más atrasadas y depauperadas del planeta. Allí, cuando se percató de
la realidad de la situación, dejó en segundo plano la función religiosa del misionero para
ocuparse de lo más urgente: la promoción humana, social, cultural, de la población explotada
y ninguneada por parte de los beneficiarios del sistema. Con su preocupación generosa por los
demás, Gaspar era la negación de un sistema que genera el individualismo, el egoísmo, el afán
de medrar a costa de los demás. En este sentido, puede decirse que Gaspar era un antisistema,
en el mejor sentido de la palabra, como lo había sido el maestro y modelo de vida, Jesús de
Nazaret. Éste expresó certeramente su opinión sobre esta cuestión cuando dijo:
Sabéis que los gobernantes de las naciones oprimen a sus súbditos,
y los que son grandes abusan de su autoridad sobre ellos. Pero entre
vosotros no ha de ser así, sino que el que quiera hacerse grande
entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero
entre vosotros debe estar a vuestro servicio. Vuestra actitud debe
ser como la mía, que no vine a ser servido sino a servir.
Gaspar imitó a su Maestro y el ejemplo que nos transmite es ese: ponerse al servicio de los
demás, de los más necesitados. El objetivo de este homenaje es mostrar ese ejemplo a imitar.
Sabemos cómo terminó Gaspar, luchando en la guerrilla contra las fuerzas militares del
dictador Somoza. No se trata de hacer apología de la lucha guerrillera ni de cualquier otro
tipo de violencia, pero lo que nos enseña la actitud de Gaspar al enfrentarse contra la
represión violenta de los poderosos es que él llevó hasta ese extremo su compromiso con la
defensa de los que no tenían defensa; antepuso el interés y el bienestar de otros al suyo
propio: Es esa actitud generosa y altruista lo imitable en su vida, y es eso lo que resaltamos al
recordarle como lo hacemos hoy. Este centro que desde ahora llevará su nombre habrá
cumplido su misión si sirve para recordar a todos en el futuro que la mejor manera de
aprovechar una vida es ponerla al servicio de quien lo necesite.
Que así sea.